Robert Doisneau «Casi todo por un beso»

«Describir es destruir, sugerir es crear»

El 14 de abril de 1912, Robert Doisneau nace en Gentill recibiendo en sus inicios formación como litógrafo, aprendiendo la fotografía de forma autodidacta. según parece instruyéndose con las indicaciones de las cajas de emulsión de película fotográfica.

En 1931 inicia un nuevo camino con el artista André Vigneau, fotógrafo, dibujante y escultor, trabajando para él como grabador. Su amistad con Vigneau ofrece gran influencia y le permite conocer a otros artistas como Man Ray, Andre Kérstéz o Brassai.

En sus comienzos trabaja para la factoría Renault, realizando también fotografía publicitaria para anuncios de Simca, es en este terreno donde forja su habilidad técnica. SIn embargo, solía llegar tarde al trabajo y finalmente es despedido según reconocería » Desobedecer me parecía una función vital y no me privé de hacerlo».

Fotógrafo callejero, pasaría a la historia por sus imágenes de las calles y gentes de París, convirtiéndose en un icono del romanticismo y el amor, llegándose a definir así mismo como «Pescador de imágenes».

Durante la Segunda Guerra Mundial participa como soldado de la resistencia hasta 1940. Es contratado por la agencia ADEP  donde empieza a trabajar con Robert Capa y Cartier Bresson.

Durante este periodo, realizó trabajos para la revista Vogue , pero al contrario que la calle, le parecía poco motivador el trabajo con elegantes modelos rodeados de lujo y glamour. En cambio la Street Photography era lo que realmente le entusiasmaba. Es cuando conoce a Robert Giraud y con el que empieza a frecuentar ambientes nocturnos entre cafés y teatros.

En 1950, la revista America´s Life le encarga una serie sobre los amantes de París. El fotógrafo toma imágenes de parejas besándose en la ciudad, logrando un éxito que le catapultaría al estrellato y situaría a París en todo el mundo como la capital del amor.  La instantánea más famosa sería el denominado «Beso del Hotel de Ville», que nos muestra una pareja de enamorados besándose frente al Ayuntamiento de París, mientras otros personajes que se pasean por la calle se muestran indiferentes ante la escena. El pretendido secreto sobre el anonimato de la pareja y la espontaneidad de la imagen quedó desvelado en 1993 cuando la pareja protagonista, Francoise Bornet y Jacques Carteraud denunciaron al autor reclamando sus derechos y una porción de los beneficios obtenidos por la explotación de su imagen. La mentira quedó desvelada y Doisneau debió reconocer que contrató a los actores para la representación de la escena, ganando el litigio al presentar una serie completa en diferentes emplazamientos de París con los mismos actores. Además, Doisneau había regalado una copia a la pareja que fue vendida a un coleccionista 155.000 € en 1992. La imagen desde entonces ha sido objeto de mútliples reproducciones habiéndose llegado a vender más de medio millón de ejemplares, y llegando incluso a ser la imagen elegida como estampa de la campaña para la candidatura de París a los juegos olímpicos de 2012.

 

La serie se expondría con gran éxito en Francia y Estados Unidos, hasta su exhibición en el MOMA en 1951.

Una de las experiencias mas ignoradas sobre Doisneau son sus fotografías en color. En 1960, gracias a un contrato con la revista FORTUNE viaja a los Estados Unidos. En Palm Springs (California) toma medio centenar de fotografías sobre la floreciente sociedad norteamericana, tan lejana y diferente a sus recuerdos de París. Según su hija, Francine Deroudille, Doisneau tenía la sensación de haber aterrizado en Marte. Las fotografías obtenidas constituyen un retrato sarcástico de las costumbres y estilo de vida norteamericana: campos de golf, fiestas, pieles, playa y gente ociosa que representan, en palabras de Claude Bernard en Le Figaron: » Son una mirada un poco sorprendida, infantil y divertida sobre esta América mimada, estas mujeres envasadas en sus pieles bajo el calor del desierto».

Doisneau, un hombre tímido, un hombre bueno, nos dejaría con un regalo sublime. Su tacto y sensibilidad a la hora de tratar a la gente, se reflejaban en sus fotografías, aunque con el tiempo los cambios en París le entristecieron llegando a afirmar con cierta nostalgia:  Hay una enorme agresividad, la gente no coopera en absoluto y el aspecto de los barrios es muy distinto. Nadie tiene tiempo. La gente a perdido la frescura. Cada vez es más difícil hacer fotografías en la calle. La gente te demanda si se reconoce en la fotografía. Vamos a tener que utilizar extras.

El 01 de abril de 1994 moría dejando tras sí más de 450.000 negativos.

Saludos

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